Mis labios se desfiguran en la noche que se sumerge en los lagos, lagos que abiertos miran al horizonte. Párate camina, siente como la brisa como danza entre los cabellos que desparramados, juegan en la hierba verde. El rocío es eterno en el rostro que ve al cielo. El silencio es uno, irrompible, celestino de besos furtivos.
Mírame, soy tu mujer, la estrella que danza entre sus sábanas, la estrella que bajó del cielo para iluminar los caminos oscurecidos por las penas, veme, huéleme, fui hecha para ti, creada de espuma, de cielo y de viento.
En la oscuridad navego por el cielo en busca de tus brazos. Los vientos devoran las hojas perdidas, los versos al viento lanzados. las palabras de amor dejadas al deseo de los amantes, fuertes pero perecederos.
El alma escapa de los demonios que atormentan sus pasos, escapa de los demonios que devoran su sien Las espinas son un largo fuelle que contiene las penas, pero mi cuerpo ha caído en se campo de dolor, atrapado y sangrante. Los espejos reflejan los paisajes, vidas ya pintadas, lienzos sucios por las lágrimas, todo esta en las manos que cantando siguen a ciegas.
Un dolor punzante en la cabeza, una espada que ensangrentada cruza los mares, en busca del pecho condenado. El agua de los ojos se evapora en la última mirada, en el último respiro. la sonrisa pétrea que se dibuja en el mármol, Cara desencajada, el pecho roto, la pena cobrada.
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